viernes, 3 de agosto de 2012


Todos alguna vez hemos cerrado nuestro corazón a nuevas experiencias o  al amor , guardamos el corazón aquel astro rojizo  multicolor en las profundidades del alma tan cerca del espíritu y tan lejos de la carne ,para que no puedan alcanzarlo nuestros perseguidores o aquellos que claman una muestra de afecto, lo custodiamos tremebundamente de cualquiera que se atreva a llegar a sus confines temerosos a veces llenos otras veces vacíos.

La pregunta del porque lo protegemos tanto algunos o porque  lo otorgamos tanto otros, yacerá eternamente  dentro de la coraza de nuestro propio corazón, como una muestra de aprecio incomprensiblemente raudo que entre el velo de la noche y la salida del sol será una bendición o un  presagio de nuestra propia destrucción. un fuego cruzado hacia cada corazón  que a veces suena  inaudible y otras veces se escucha más fácil que el choque de un ola.
Nuestro corazón nos pertenece, nos arrulla con su melodía etérea  hasta que de pronto  por casualidad nos damos cuenta que  hemos dejado de sentir o sentimos aun más, es ahí cuando  a dejado de ser solo nuestro y se convierte en  el crepúsculo o el ocaso, es ahí cuando nos encontramos con el dilema de Amar ,ser Amados o dejar de Amar , es ahí cuando nos hayamos parados  entre la  frontera de nuestros miedos atrapados, vulnerables,  entre  el fuego cruzado del cielo y el infierno, buscado refugio de nosotros mismos evadiendo sus  flechas, rebosantes de alegría o hundidos en la  peor de las tristezas amar sin ser amados

Escapemos de nuestra propia indiferencia de ese hielo que nos  hace cada vez más  fríos escapemos  ilesos con nuestro  propio corazón  para que en el infinito, logremos amar completos y no sea de un solo corazón el del latir más grande si no dos corazones latiendo al unísono Amor.

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